miércoles, 9 de septiembre de 2009

RECORDANDO A UN GRAN AMIGO : HORACIO LORIENTE


El 5 de marzo 2007 desaparecía fisicamente el historiador del
tango Horacio Loriente, uno de los mayores coleccionistas disco-
gráficos y bibliográficos de la música típica del Río de la
Plata. Hombre generoso de intensa calidad humana

Su colección fue registrada por la Unesco como Patrimonio
Documental de Valor Universal. Historiador y coleccionista del
tango, Horacio Loriente había nacido en Montevideo el 10 de
agosto de 1916. Su juventud transcurrió en el Barrio Cristóbal
Colón, hasta que ya casado con su inseparable compañera Blanca
Redondo se afincó en Atahualpa,donde vivió sus últimos sesenta años.

Su temprana afición por la música popular le llevó a comprar su
primer disco en el año 1937. Hoy su colección reúne alrededor de
cinco mil ejemplares sólo de discos de pasta de 78RPM, además
de discos Larga Duración de vinilo y últimamente compactos. Su
colección fue, en el año 2004, designada por la Unesco como
Patrimonio Documental de Valor Universal e integrante del
Registro de la Memoria del Mundo.

En materia periodística colaboró con notas sobre distintos
aspectos y figuras del tango en los diarios El Día, El País
y La Mañana. También sus textos han sido publicados en la
revista Tangueando, del Club de la Guardia Nueva, Cine Radio
Actualidad, La Maga, de Buenos Aires, y Tango y Lunfardo,
de Chivilcoy.

Asimismo realizó audiciones radiales en diversas radioemisoras
de Montevideo, destacándose la efectuada en CX 12 Radio
Oriental, denominada "Canta Gardel en la 12", así como las que
realizó como invitado en Radio Rumbos, de Caracas (Venezuela).

En televisión se destaca el micro que estaba a su cargo en el
programa "El Tango" creado por Miguel Angel Manzi en 1967.

A partir de 1965 comenzó también a brindar charlas y conferencias
sobre el tema que le apasionaba, entre otros lugares, en la Univer-
sidad de la República, Centro de Vendedores y Viajantes de Plaza,
Rotary Club, Joven Tango, Centro Militar y Escuela Universitaria
de Música.

En la década de los años 60 fue directivo del Club de la Guardia
Nueva, y luego, como una extensión de éste, integrante del grupo
Gente de Teatro.

Siempre generoso para compartir sus discos y sus conocimientos y
animado por la posibilidad de difusión de la música que amaba,
compaginó para Palacio de la Música la serie para Coleccionistas
de Gardel y otros diversos intérpretes del tango.

En oportunidad del cincuentenario del deceso de Carlos Gardel
produjo junto a su amigo Ramón Fernández un audiovisual en
homenaje al cantor, material que luego fue ampliamente difundido.

Fue socio honorario de la Agrupación de Amigos del Tango de
La Plata, académico correspondiente de la Academia del Tango
de la República Argentina, y fundador e integrante de la
directiva de la Academia del Tango en Uruguay.
Vale recordar que Horacio Loriente Dall'Orso poseía, tal vez,
el mayor y más completo archivo discográfico y bibliográfico
tanguero no solamente de nuestro país, sino también del mundo.
Conocedor como nadie de la historia del tango

Como se indicó anteriormente, en su programa Memoria del Mundo,
la Unesco registró su colección particular con 800 discos
originales de Carlos Gardel. En ese momento, la Organización
para el Desarrollo de la Educación la Ciencia y la Cultura en
un comunicado aseveró que "Gracias a esta colección, la más
completa que existe en Uruguay, quedan conservadas todas las
creaciones de toda la carrera artística de Carlos Gardel...
Los discos coleccionados por el historiador Loriente,
producidos en Buenos aires, París y Nueva York, comprende a
29 géneros musicales y a diversos estilos que constituyeron
el repertorio de Gardel, preservando también la voz y el arte
excepcionales del cantor y actor cinematográfico".

Creado en 1997 el registro Memoria del Mundo tiene como
objetivo preservar y promover "el patrimonio documental de valor universal". *

1 comentario:

  1. “Ya cayendo la tarde guardaba mis cuadernos rojo, azul y verde ansioso por salir de la escuela. Sabía que él llegaba justito a la hora de la salida.

    Y sí, a las 5 en punto ya estaba ahí.

    Yo caminaba con él cerquita, siempre por el mismo camino. Cuatro cuadras. Donde termina Herrero y Espinosa, atrás de la patronal de taxis, siempre había una pausa para mirar por un portón viejo, un tranvía oxidado, seguíamos despacito, valija de cuero con lápices en la mano hasta la casa de mis abuelos.

    Apenas entraba, mi abu me tenía pronta una taza de yogur de vainilla. Yo miraba dibujos en blanco y negro, mientras ellos se preparaban para tomar mate dulce en la cocina.

    Cuando el reloj del living daba las seis, la cocina de mi abuela respiraba `Clarín`. Hora par, descubrí mucho después. Radio Spica, también aprendí más tarde. La `música típica y folclórica para la Cuenca del Plata`.

    Mi abuelo picaba ajo, batía claras de huevo y hacía tomate en rodajas como nadie.

    Abuelo `blanco`, le decía yo. Supongo que por su pelo blanco de canas.

    Nunca lo escuché gritar. `Puteaba` bajito solo cuando perdía Nacional. Usaba unos lentes que yo había encontrado en una plaza. Dormía siestas. Pero antes de dormir, me leía siempre la misma historieta de Archie.

    Pasaban las horas mientras esperaba que mis padres me vinieran a buscar para ir a mi casa. Entonces se escabullía despacito por adelante mío y se metía en su otra vida. En otra dimensión. El cuarto del frente latía solo. Mi abuelo hacia latir la música. Tangos. Sonido de la púa contra un disco viejo. Se sentaba frente a una máquina de escribir muy vieja y se escuchaba el tap tap tap ágil de sus dedos. Yo entraba con curiosidad, a ver qué hacía, pero tardé demasiado en darme cuenta que era historiador, investigador y periodista. Tenía una columna de tango en el diario El País.

    Para mí era solo mi abuelo blanco.

    Habitación antigua, muy alta, adornada con una luz colgante, gran mesa escritorio con cuatro generosas sillas, discos, vitrola, pasadiscos, grabadores de cinta, un bandoneón pasa casetes, más discos, una radio transoceánica, libros, una enorme foto de `La Giralda` sin el palacio Salvo encima, más discos, lápices, papeles, fotos familiares, biblioratos de lomos muy gastados y otro reloj de péndulo con una campanada muy dulce.

    Madera y metal.

    No hay por dónde caminar.

    Es la misma habitación que me ve hoy escribiendo esto en un laptop. Con un CD de Roberto Firpo con poco volumen, porque ya es de madrugada.

    Escuchando las mismas campanadas, rodeado de miles de discos que no entiendo, porque era muy chico para saber disfrutar todo lo que él podía enseñar.

    Me quedo sentado sin saber quiénes fueron Irusta, Fugazot y Demare. Ni Ignacio Corsini. No conozco a casi nadie de los que me rodean. Con la hermosa vitrola que me mira, callada. Y las fotos de Gardel susurrando palabras que no entiendo.

    De mi abuelo me queda el libro `80 notas de tango`, y mi nombre”.

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